• Inicio
  • Psicoblog
  • ¿Por qué atraes siempre a la misma persona con distinto cuerpo?

¿Por qué atraes siempre a la misma persona con distinto cuerpo?

¿Por qué atraes siempre a la misma persona con distinto cuerpo?

 No es mala suerte. Es tu historia gritando. A veces el deseo no elige por placer, sino por herida. Y hasta que no la mires de frente, vas a seguir llamando “amor” a tu repetición.

El problema no es que te duela. El problema es que te resulte familiar.

Hay algo perversamente cómodo en reencontrarte con el mismo tipo de persona una y otra vez: emocionalmente ausente, ambivalente, celoso, adictivo, agresivo, manipulador, distante.

Lo llamas “química”. Lo llamas “conexión”. Lo llamas “esa energía que no se puede explicar”.

Spoiler: sí se puede explicar. Se llama patrón afectivo inconsciente.

No estás eligiendo desde tu adultez. Estás eligiendo desde tu herida.

Cada vez que sientes que “algo te atrapa”, que “no puedes evitarlo”, que “es más fuerte que tú”… probablemente no es amor.

Es trauma disfrazado de deseo.

Tu cuerpo, tu mente y tu sistema de apego están buscando resolver un conflicto antiguo. Y lo hacen repitiéndolo.

Una y otra vez. Hasta que puedas verlo.

Hasta que puedas decir: esto no es amor. Esto es yo repitiendo mi propio abandono.

¿Y por qué lo haces si ya sabes que duele?

Porque cuando eras niño o niña, no podías irte.

Tenías que adaptarte. Tenías que hacerte cargo del adulto emocionalmente ausente. Tenías que merecer cariño. Ganártelo.

Entonces tu cerebro aprendió una mentira muy funcional:

“Si logro que esta persona me ame, por fin voy a sentir que valgo.”

Y cada vez que alguien se parece a tu herida original… ahí vas.

Con toda tu esperanza puesta en que esta vez sí va a salir distinto.

Pero no.

El trauma no se sana repitiéndolo. Se sana rompiendo el patrón.

¿Cómo se rompe? Doliendo diferente.

No volviendo.

No esperando.

No justificando.

No llamando a las 2:00 a.m. cuando sabes que esa llamada no es amor, es abstinencia emocional.

Romper el patrón no es tener una relación perfecta. Es poder decir:

“Esto me atrae… pero ya no me sirve.

Esto me llama… pero ya no me domina.”

Es volver a elegir desde el presente. No desde la carencia.

Conclusión: si sigues repitiendo, no es porque no hayas aprendido.

Es porque todavía crees que si lo repites lo suficiente, esta vez no va a doler.

Pero sí va a doler. Porque nunca fue por ahí.

Porque no es la persona: es el guion.

Y hasta que no rompas el guion, todos los actores se van a parecer.

Solo cuando te atrevas a escribir otra historia… aparecerá alguien que no tenga el mismo libreto.